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Arquitectos: Isla Architects
- Área: 541 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Luis Díaz Díaz
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Proveedores: 8ulls, Abitarum, AutoDesk, BANDALUX, Contain, FSB Franz Schneider Brakel, Hisbalit, Hoppe, Huguet, ICONICO, Jupe, La Pecera, OLIVARI, Robert McNeel & Associates, Sancal, Vola, jaia
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Nos plantean un encargo al que saltar en marcha: convertir un esqueleto en obras en una vivienda para vender, con la premisa de que destaque dentro del mercado inmobiliario local, ofreciendo un lugar en el que poder disfrutar de la isla y de su clima. La vivienda se inserta en un terreno rústico en Santa María, en el Pla de Mallorca, la zona llana en el centro de la isla, rodeada de viñedos y protegido por un pinar que el cliente ha ido plantando durante años, con sol durante todo el día y vistas panorámicas de la Tramuntana.
La disposición de la planta remite a Jose Antonio Coderch; el programa de la casa se desarrolla en varios ejes que se articulan a lo largo de una serie de muros dispuestos en dirección Norte-Sur.
El acceso se realiza atravesando el pinar desde el camino hasta que se llega a la casa, que se presenta totalmente cerrada, recreando las influencias árabes locales. Una rampa curva nos guía hacia la entrada atravesando un jardín silvestre en paralelo a uno de los muros. Ya en el porche, una gran puerta pivotante de suelo a techo se abre invitándonos a entrar.
El recibidor, que se estira hacia ambos lados del patio longitudinal -un bosque de cañas atrapado entre dos muros-, nos da acceso a las habitaciones. La habitación de invitados ocupa el primer volumen de la vivienda y cuenta con su propio patio. En el ala Sur se ubican el resto de habitaciones, dos dormitorios gemelos con baño compartido, abiertos al jardín, y el principal, que se abre a mediodía con un gran patio abierto, rematado por un banco de hormigón coloreado.
La cocina se sitúa al Norte, independiente y a su vez conectada visualmente con el salón, y cuenta con su propio patio abierto a las montañas gemelas de Alaró. Y finalmente el salón, que se sitúa en la crujía más amplia de la casa, se abre hacia las vistas panorámicas sobre la montaña y el jardín. La inclinación asimétrica de la cubierta permite que se abra más al Sur que al Norte, protegiendo los grandes ventanales de la incidencia del sol, que a su vez, abiertos, permiten la ventilación cruzada para soportar mejor las altas temperaturas del verano. Una ventana exterior se recorta en el muro Oeste y nos conecta visualmente con la piscina, permitiendo que los reflejos inunden las vigas de la habitación. Cerrada con un estor del mismo tono que el muro y con bridas en tonos metálicos, filtra la luz tiñendo el salón de rojo.
La piscina se separa de la casa para darle su propio espacio, y se desliza como otro volumen más de la vivienda que emerge del terreno, permitiendo hacer largos entre la Tramuntana y el Puig de Ses Coves.
Se plantea una materialidad específica para integrar la vivienda y casi camuflarla con el paisaje local. En el exterior, los muros se revocan con un mortero (de cal) rugoso de color óxido haciendo que la casa se funda con el terreno.
En el interior la paleta se reduce al hormigón tintado del mismo color encarnado, blanco, cobre y madera natural, aportando a la vivienda una luz cálida y natural. El suelo, fabricado localmente por Huguet y diseñado para esta casa, entra y sale de la vivienda diluyendo su límite, mientras que una serie de elementos también de hormigón rojo -lavabos, duchas, fiolas, chimenea y bancos- equipan los diferentes espacios de la casa. Esta limitada paleta de materiales revela la sencilla geometría del edificio y crea una continuidad visual y táctil entre la arquitectura y su entorno. Monocroma y vibrante a la vez, la casa varía durante el día, reaccionando al sol y el territorio, desvelando su movimiento a través de sombras y pequeños cambios en la superficie de sus materiales.